lunes, 26 de abril de 2010

7

Octavio estaba en la puerta del baño, semidesnudo.

-¡¿Qué te pasó?!

- Me lastimé.

Él, conociendo su oscuro pasado suicida, corrió a lavarle las heridas, preocupado.

-No te preocupes – dijo ella -, no fue apropósito. Fue entre sueños. Me despertó el dolor. Estaba teniendo una pesadilla acerca de vidrios. – Recordó su anterior pesadilla, vidrios y guerra inexistente.

Él le creyó, puesto que, oveja fiel y patético proyecto de persona, creería todo lo que ella le dice.

-Déjame ver eso…-


-No. Ya está, vuelve a la cama, enseguida iré.





La historia acerca de Clara y Octavio es algo menos tormentosa que la de Julia y Javier. Clara conoció a Octavio a través de sus amigas del colegio de mujeres al que fue toda su vida. De pequeña, pasaba sus días viviendo en Neuquén. Casi no se acuerda de su vida allí, tan sólo tenía tres años.

Clara regresó a Neuquén a fines de 2009, cuando recibió un llamado de su madre diciéndole que su padre se encontraba muy enfermo y que necesitaba que ella la ayudase con los cuidados. Cuando el padre muere de su irremediable enfermedad, Clara retoma sus estudios en diseño de indumentaria y se muda al barrio que Octavio le había recomendado.

Sí, seguía manteniendo el contacto con Octavio pero desconocía la existencia de Julia, hasta el día que fue a visitar a Octavio.

Al salir de la supuesta dirección que su anterior pareja le había proporcionado estaba consternada. ¿Con que estaba casado? ¿Quién era esa mujer, su supuesta esposa, sobre la cual nunca había tenido noticias? Debió de haber sido reciente, pensó. Seguramente habría algún tipo de interés, tal vez ella estaba embarazada de él, o de otro hombre y tendrían un arreglo para que él se hiciese pasar por el padre. En fin, muchas cosas pasaron por la mente de Clara al salir de la casa de Julia (claro está que ella no sabía que Julia era la real propietaria de la casa).

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